La palabra “pesticida” es un término genérico para las sustancias químicas que se usan para luchar contra los organismos vivientes que dañan las cosechas.
Se incluyen herbicidas, insecticidas y fungicidas que protegen las cosechas de malas hierbas, ataques de insectos (plagas) o enfermedades (hongos, bacterias, etc.) y los mantienen en buen estado.
Los pesticidas tienen por objetivo proteger las cosechas de las malas hierbas, del ataque de los insectos o de enfermedades, y mantenerlas en buen estado. Esta protección es necesaria para garantizar las cosechas tanto en términos de calidad como de cantidad. Los pesticidas químicos siempre se usan con limitaciones, únicamente en base a la observación y a conclusiones que demuestren su estricta necesidad para preservar el estado y la producción potencial de la cosecha. Desde hace más de 20 años, nuestros agricultores firman un contrato agrícola donde les recomendamos fomentar el uso de técnicas alternativas y reducir significativamente el uso de productos fitosanitarios.
“Sin residuo de pesticidas” significa que en los análisis que realizamos en el maíz envasado, no se ha detectado ninguna sustancia química activa de pesticida (de las analizadas) o se encuentra en una cantidad tan pequeña que no puede ser medida.
En concreto, si una molécula estuviera presente, su presencia sería menor de 0,01mg/kg.
Con el objetivo de proteger a los consumidores, la presencia de residuo de pesticidas está regulada por la legislación que define un límite máximo de residuo para cada sustancia activa, también llamado LMR. Si se supera ese límite, el producto no se puede comercializar. Este límite se establece de tal manera que las cantidades de residuo que un individuo podría ingerir diariamente se mantienen muy por debajo de la ingesta diaria admisible y, por tanto, los consumidores no tienen riesgo de intoxicarse. En Europa, los LMR están regulados por la Norma EC No 396/2005 del Parlamento Europeo y del Consejo de 23 febrero de 2005.
El maíz sin residuos de pesticidas se cultiva en las mismas regiones que el maíz que hemos comercializado hasta ahora: en el Sur de Francia y en Hungría. Esto nos permite conocer muy bien la tierra que cultivamos. La diferencia radica en la selección de las parcelas y en los métodos de cultivo que se utilizan.
En Bonduelle estamos comprometidos con una política de agricultura sostenible junto a nuestros agricultores asociados, centrada en la conservación de la tierra y la reducción de sustancias químicas. Nuestro modelo agrícola, basado en una monitorización rigurosa de las cosechas, y la presencia diaria de nuestros técnicos en las parcelas junto a los agricultores asociados, nos permite tomar decisiones sobre el tratamiento de las cosechas basadas en la observación y en conclusiones concretas y utilizando sustancias químicas activas sólo cuando es estrictamente necesario.
Todo ello combinando las últimas tecnologías de “smart farming”: drones, imágenes por satélite, sensores conectados, etc.
Llevamos a cabo un estudio para identificar las sustancias que pueden estar presentes en los vegetales cultivados dependiendo de las prácticas agrícolas, de los resultados de varios años de análisis y del riesgo de contaminación cruzada relacionada con los cultivos circundantes. Por lo tanto, definimos la lista de moléculas que deben ser monitorizadas continuamente para cada variedad. Esta lista puede evolucionar con el tiempo y con los cambios de regulación.
